En el marco de la uruguaya Generación del 45, en cuyos estilos poéticos predominan las identidades fijas en los modos de decir, la poética de Amanda Berenguer despliega una polifonía de actos de escritura. En esa multivocidad, el ostinato rigore davinciano no excluye aventura ni experimentaciones. Sistemática en su actitud creativa inventa proyectos en los que el lenguaje es expedición y experiencia. Desde esa premisa sus resultados son auténticos —en tanto no repiten fórmulas retóricas—, siendo muy probablemente ella misma la primera sorprendida. Así, anima analogías para coordenadas cuánticas del espacio-tiempo (“Las nubes magallánicas”; “La cinta de Moebius”), o se desafía durante meses a escribir en el tiempo breve y acotado de un atardecer, o emprende un viaje alucinado —auscultando voces desde una “dama ibérica” esculpida en piedra caliza—, tal y como se aprecia, respectivamente, en los tres libros aquí compilados.
Luis Bravo